El fracking es a la geología lo que los transgénicos a la biología. Una cuestión polémica que divide a dos bandos de opinión muy polarizados, muchas veces más por los propios argumentos ideológicos y económicos que por los verdaderamente científicos.
En nuestro país, con una necesidad en aumento de equilibrar nuestra balanza de pagos, hemos visto como en los últimos años ha crecido el número de concesiones para el estudio y explotación de yacimientos en los que se pueda usar esta técnica para la extracción de gas natural... ¿Pero en que consiste el fracking y que ventajas nos ofrece?.
El fracking o fracturación hidráulica es un método que permite la extracción de gas y petróleo a través de la inyección de agua, arenas y productos químicos (que llamaremos aditivos) a altas presiones por un pozo que llega hacia la roca que contiene el recurso que queremos extraer. Esta inyección de fluidos provoca nuevas fracturas al superar el umbral de ruptura en las rocas, aumentando la “porosidad” de estas, permitiendo una mayor conexión entre las fracturas ya existentes y que permiten la migración del recurso hacia el pozo para facilitar su extracción.
Esta técnica se usa sobre rocas que tienen una permeabilidad muy baja, como pizarras, capas de carbón e incluso algunas areniscas muy compactas y que podríamos denominar yacimientos no convencionales. Este nombre se les da para distinguirlos de aquellos en los que solo se necesita hacer el típico pozo para la extracción del petróleo o el gas natural.
Los primeros experimentos con fracturación hidráulica tuvieron lugar ya en 1947, y se comenzó a implantar ya en algunos pozos comerciales en 1949, demostrando la posibilidad de la extracción de hidrocarburos en un espectro más amplio de yacimientos de los posibles hasta el momento e incluso
pudiendo mejorar la extracción en los ya existentes.
De hecho, según Halliburton, nueve de cada diez pozos de extracción ya existentes tanto de gas natural como de petróleo necesitan el uso de la fracturación hidráulica para continuar su explotación o simplemente para volver a hacerlos rentables.En España, un país donde los recursos de petróleo y gas son bajos y se ha de importar prácticamente la totalidad del volumen que consumimos, los yacimientos no convencionales supondrían un alivio tanto económico como social en un momento en los que el paro alcanza cifras históricas y estas explotaciones podrían aportar un número determinado de puestos de trabajo.
En un informe del Colegio de Ingenieros de Minas del Centro de España, las reservas de gas no convencionales se cifran en unos 30-60 años de consumo, si bien estas cifras difieren de otros informes realizados para el Gobierno de Estados Unidos1 y que muestran una menor cantidad de estos recursos, pero está claro que las diferentes metodologías para realizar estos cálculos, muchas veces opacas y sin suficiente número de prospecciones en el campo, puede provocar la divergencia en las cifras.
Unas estimaciones1 de Junio de 2013 realizadas por la U.S. Energy Information Agency afirman que en todo el mundo, las reservas de estos yacimientos no convencionales añadirían, en gas, un 47% a las existentes, y un 11% a las de petróleo, aunque sin realizar un estudio sobre su viabilidad económica. Y la viabilidad de los yacimientos depende en gran medida del precio de mercado del recurso a explotar.
Como hemos visto, esta técnica parece tener muchas ventajas (económicas, claro) en nuestra actual situación, pero recientemente hemos vivido un movimiento importante en contra de la creación de nuevos pozos para la extracción mediante fracking, no solamente en nuestro país, sino también en Europa, con prohibiciones totales como las de Francia o Bulgaria y países que apuestan por una nueva legislación más dura, como Alemania. ¿Por qué? Está claro que las desventajas que tiene esta técnica son las cuestiones puramente ambientales (y por lo tanto, sus implicaciones éticas). Cualquier extracción y explotación de los recursos naturales en nuestro planeta ha de asegurar un alto nivel de seguridad para el medio ambiente y las personas, así como la restauración de las zonas cuya explotación ha cesado. Desgraciadamente, el único laboratorio posible para realizar esta serie
de estudios son los pozos ya existentes, puesto es un tema muy complejo que la mayoría de ocasiones requiere de un conocimiento extenso sobre la geología concreta de cada explotación.
Para comprender mejor cuales son los riesgos de esta técnica vamos a separar en tres puntos los problemas ambientales que pueden aparecer como consecuencia de estas explotaciones:
1. Problemas en/con el agua: Hay tres problemas fundamentales relacionados con las aguas, por un lado, la contaminación de los acuíferos tanto por los gases/petróleo como por los aditivos usados. Una vez que se fractura la roca, los gases pueden migrar hacia otros lugares, entrando en acuíferos y también pueden hacerlo los fluidos inyectados para fracturarla junto con sus aditivos. Las fugas en distintas partes del pozo también pueden provocar contaminación de los acuíferos si estos son atravesados por la perforación. La fracturación puede a veces propagarse en la vertical y
la horizontal, por lo que requiere una constante monitorización para evitar este tipo de problemas. Aunque recientemente el Departamento de Energía de los Estados Unidos ha publicado un estudio bastante positivo sobre la contaminación de los acuíferos, si es cierto que ha habido acuíferos contaminados con metano, arsénico, sodio en niveles superiores a los tolerables para el consumo humano, aunque la contaminación por metano y otras sustancias puede ocurrir también cuando se perfora determinados niveles para extraer el agua.
Otro caso es el desgaste sufrido por las reservas de agua cuando se usa agua que proviene de la red pública o incluso de los acuíferos circundantes, puesto que se consume una gran cantidad de esta en el proceso de inyección y fracturación. Es uno de los problemas más grandes, sobretodo en cuencas deficitarias de agua y en zonas donde los acuíferos puedan tardar mucho tiempo en volver a recargarse.
Y por último, el tratamiento de las aguas residuales que provienen del fracking y que van cargadas de un volumen importante de sólidos disueltos, metales, aditivos usados en la fracturación, e incluso material radioactivo natural que puede aparecer en las masas de rocas fracturadas. Este problema es muy importante porque habría que tener en cuenta donde se tratan las aguas procedentes del fracking, si en depuradoras propias que sean capaces de tratar todos estos problemas, o en depuradoras municipales, las cuales muchas veces no tienen capacidad para poder eliminar del agua todos estos residuos. Eso sin olvidar que habría que crear balsas para almacenar el agua residual a la espera de poder ser tratada, y que estas, evidentemente, pueden tener fugas e incluso romperse, contaminando acuíferos y grandes áreas en su ruptura.
Un antecedente de este tipo, aunque de la minería, y no del fracking, lo tenemos en el caso de Aznalcóllar, cuando en 1997 se rompió la presa de una balsa de la mina con el mismo nombre.
2. Problemas relacionados con la calidad del aire: La fracturación favorece la migración hacia arriba (y también lateralmente) de gases como el metano, un gas invernadero muy importante. También pueden aparecer otros compuestos orgánicos volátiles, y, sobretodo, se puede provocar contaminación a partir del propio proceso extractivo, por el uso de los motores diésel necesarios para realizar los pozos. Este efecto contribuye no solo a una peor calidad del aire, sino también al cambio climático de origen antrópico.
3. Problemas relacionados con los terremotos: La fracturación hidráulica provoca un gran número de terremotos, la mayoría imperceptibles, aunque en algún caso documentado se afirma que estos terremotos podrían haber llegado en algún caso casi a magnitud cuatro. Esta sismicidad inducida por el hombre no suele ser peligrosa, aunque si molesta porque a veces se presenta como enjambres sísmicos (los enjambres son un conjunto de terremotos que ocurren en un área geográfica determinada en un periodo de tiempo también en un periodo corto, en el que ninguno de los terremotos destaca como principal. A veces, el periodo “corto” puede ser de varios meses de duración). Esta sismicidad inducida por la fracturación es muchas veces es útil para conocer hasta donde llega la fracturación que provoca en las rocas esta técnica.
Pero un estudio reciente de la Universidad de Columbia afirma que los grandes terremotos podrían provocar otros en las fallas afectadas por las explotaciones de fracking, ya que los fluidos inyectados pueden aumentar la presión de fluidos en las rocas de tal manera que se facilite de nuevo su ruptura. Esta relación ya se conocía, por ejemplo, en lugares donde hay actividad hidrotermal porque la presión de fluidos entre los poros de las rocas de esas zonas es alta, pero la relación con actividades humanas no estaba del todo clara.
Desde mi punto de vista personal, si yo tuviese que decidir si poner una explotación en mi pueblo o autonomía, diría que no por varias razones: Primera, porque uno nunca sabe cuánto van a durar las explotaciones (eso, evidentemente, no suele decirse) y por lo tanto los puestos de trabajo, principal ventaja, podrían ser de corta duración. En segundo lugar, en caso de accidente, los daños tardarían mucho tiempo en mitigarse por completo, y a veces entrañaría una gran dificultad el acabar con los problemas, como sucede en algunos acuíferos. Tercero, el impacto visual sobre el paisaje suele ser bastante fuerte, con lo que muchas zonas perderían su atractivo turístico y natural. Y por último, no parece una gran solución seguir dependiendo de los combustibles fósiles, emitiendo en su combustión grandes cantidades de CO2a la atmósfera.
¿Y tú, a la vista de los datos, que decidirías?
Nahún Méndez Chazarra
Fuente: feelsynapsis.com
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