Todos sabemos que una etiqueta en la que aparezcan las palabras: "miel pura" no garantiza que no se haya diluído con agua y endulzada con jarabe de maíz, si no que sólo señala que hay miel real dentro del envase sin tener en cuenta la cantidad total de pureza.
¿Cómo podemos diferenciar la miel 100% pura de la miel adulterada? Lo primero que debemos hacer siempre es mirar las etiquetas para comprobar si contiene (en el caso de que estén detallados) aditivos tales como glucosa, melaza, jarabe de maíz, jarabe de azúcar, azúcar invertido, dextrosa, harina y almidón. El jarabe de alta fructosa o glucosa comercial son utilizados para "estirar" la miel, evitando que ésta solidifique. Este engaño puede tener consecuencias nefastas para los diabéticos.
Aunque todas las mieles son líquidas, con el tiempo tienden a solidificarse cristalizándose. Si compras un tarro de miel que ya está cristalizado lo más seguro es que se trate de miel pura. Pero si la miel aún no ha solidificado puedes colocarla en la nevera para acelerar el proceso. Si no termina cristalizando lo más probable es que sea miel adulterada.
Por desgracia, la industria alimentaria ha acostumbrado a los consumidores a mieles que nunca cristalizan debido al tratamiento térmico (pasteurización) al que son sometidas estas mieles tan líquidas. Esto lleva a que la gente rechace inconscientemente la miel cristalizada, porque piensan que se le ha añadido azúcar o que tiene algún defecto.
Las altas temperaturas (65-80ºC) utilizadas en el proceso de pasteurización para disminuir su viscosidad, disuelven los grandes cristales y destrozan las levaduras, impidiendo por lo tanto la fermentación y atrasando la cristalización. El calentamiento puede, en igual medida, alterar seriamente el color, sabor y aroma de la miel.
El calentamiento determina la disminución del porcentaje de humedad, los contenidos en proteínas, cenizas, azúcares no reductores, ácido ascórbico y propiedades de la miel. El color se vuelve más oscuro, a medida que aumenta la temperatura. Ciertos principios volátiles inestables del aroma de la miel son destrozados por el calentamiento, adquiriendo un sabor a “cocido” (a causa de la caramelización).
Existe otro método para saber si una miel es "falsa": mediante una prueba de conductividad. Con un conductímetro (es un aparato muy económico) que colocaremos en la miel sabremos si está adulterada si la lectura resultante está por debajo de los 100 microsiemens por cm.
Cuando tu bote de miel ha cristalizado y quieres convertirla en una miel más líquida, existen dos procedimientos seguros para este fin:
- Calentarlo al baño María: para que la miel no pierda sus cualidades se recomienda calentar el agua hasta que hierva y apagar el fuego. dejar enfriar y, si es necesario, repetir el proceso.
- Dejarlo expuesto al sol: esto derretirá sus cristales, con el consecuente ahorro energético.
Hemos llegado a un punto en el que cada vez es más difícil encontrar productos que no hayan sido adulterados con edulcorantes, saborizantes, etc. Personalmente aconsejo que le compremos, en la medida de lo posible, a un productor de alimentos local, (ya que es menos probable que un productor trate de engañar con su producto), máxime si es un productor ecológico.
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